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En 1929 Maximino Guerrero decidió liquidar su Teatro Moderno de la calle de la Sinagoga, abierto en 1917, para levantar, en su lugar, una sala que ofreciese más desahogo, comodidad y un novedoso imán: las películas habladas. El cine entraba en una época distinta al tiempo que, en España, nacía la radio y las pianolas automáticas repetían ritmos de jazz que relegaban a los organilleros a un puro recuerdo. El sonido llegaba a los cafés, las tabernas y al salón de algunos particulares. En los bailes, las orquestinas de músicos aficionados trataban de imitar el swing de las bigs bandamericanas. También el Casino y el Rojas se acercaban a las primeras cintas sonoras.Para lograr su nuevo Cine Moderno, Guerrero compraría algunas fincas vecinas. Durante dos años, las obras afectaron al paso de vehículos y a las comitivas procesionales por la calle de Hombre Palo, donde iría la entrada principal, según recogía el proyecto elaborado por Álvaro González Saz y Luis Ferrero Tomás. El primero, muy unido a Toledo, fue arquitecto del Catastro, numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas(entre 1918 y 1928), técnico municipal (1923-1931) y autor de varios edificios, como el situado en Nuncio Viejo, 1. Ferrero ejercía en Madrid, diseñando, en 1928 el Coliseo Pardiñas, hoy Nuevo Teatro Alcalá.El edificio del Moderno reunía tres viviendas (una por planta), medianeras con la sala de espectáculos, capaz para 502 asientos en el patio de butacas. También tendría un escenario apto para representaciones con camerinos y sus espacios auxiliares. El piso de entresuelo disponía de 262 localidades repartidas en una zona central y dos alas laterales. En un segundo nivel, o «principal» -igualmente, con dos alas voladas-, existían 342 plazas sobre una tarima escalonada y sin butacas. Incluso se planificaron algunos asientos más en el ático, dispuestos tras unos huecos que se asomaban a la sala a través de unas ventanas practicables que apenas tuvieron uso.Exteriormente, el proyecto recogía una decoración a base de leves molduras y revocos clasicistas. En cambio, el interior ofrecía un aire más actual, apreciable en el marco del escenario, las paredes, la iluminación o en los ondulados antepechos de entresuelo y principal, cercanos al art decó que, en aquellos momentos, se aplicaba a las nuevas salas que se alzaban en cualquier ciudad. Una reforma posterior hizo que la entrada, las carteleras y las taquillas se llevasen a la calle de la Sinagoga, al haber convertido el primitivo acceso por Hombre de Palo en un bar anejo al cine.Fue a principios de 1932 cuando se abrieron las puertas al público. Una gaceta de prensa afirmaba: «El célebre Cine Moderno de Maxi, el de la perra gorda (...), que de todo tenía menos moderno, se ha convertido en un cine espléndido que corre parejo con los cines de Madrid». Su inauguración oficial fue con una sesión benéfica a base de cantantes y bandas de música. Las proyecciones llegaron después.Hubo películas mudas, habladas, bailes, espectáculos varios, charlistas comoGarcía Sanchiz y veladas de todo tipo. En enero de 1936, los adeptos a la CEDA que no cupieron en el Rojas para oír a Gil Robles pudieron hacerlo en el Moderno a través de unos altavoces supletorios. Iguales circunstancias se repetirían en febrero con Largo Caballero y Manuel Azaña. El 18 de julio, los espectadores del último pase que salían de ver Viva Villa, al llegar a Zocodover, padecieron los primeros disparos que prologaban el duelo colectivo que sacudiría a España hasta 1939. Al día siguiente, los cines toledanos dejaban sus pantallas en blanco hasta mejor ocasión.La afiliación de Guerrero a Izquierda Republicana (fue presidente local en 1931), su cercanía a Azaña y al Comité de Defensa del Frente Popular, le empujaron a salir de la ciudad en septiembre de 1936, siendo declarado desafecto al nuevo Estado además de atribuirle varios delitos. Al concluir la guerra, cumplido el tiempo de prisión impuesto, abandonaría Toledo. Como ya recogimos en la revista Archivo Secreto (nº 5) esta situación hizo que la gestora municipal -nombrada por Moscardó para dirigir el Ayuntamiento de Toledo-, decretase la incautación del Cine Moderno ante el deterioro que ofrecía el municipal Teatro de Rojas. La primera película que se volvió a dar fue Es mi hombre, proyectada el 12 de octubre, «a beneficio del Ejército Nacional». En agosto de 1937, el alcalde Fernando Aguirre reconocía a la prensa que, gracias al producto obtenido del Moderno, fue posible nivelar el gasto y pagar a los funcionarios. La sala sirvió además para que una creada comisión censora clasificase moralmente las películas, tarea que luego, en 1937, regularía el Gobierno de Burgos.A partir de 1940, el Moderno recaería ya en gestores particulares, pasando, en 1961, a la empresa Hermanos Galiano. Dos años después, precisamente en la misma calle de la Sinagoga, el director Francisco Regueiro filmaba una secuencia para la película El Buen Amor, tomando unos planos con una alegre pareja (los actores Simón Andreu y Enriqueta Carballeira) que, según el guion, accedían al interior del local. Así pues, gracias a la ficción podemos rescatar los perfiles sociales de una época y los escenarios de una ciudad de provincias (en este caso, Toledo), como ya había hecho magistralmente Bardem, en una ciudad cualquiera, en 1956, con Calle Mayor.El cierre del Cine Moderno acaeció el 30 de septiembre de 1971, seguido de un sexenio de tinieblas continuadas hasta que llegó el inevitable derribo. Ya todo pertenecería al pasado, los títulos, los actores y, por supuesto, los colectivos pataleos de aprobación cuando cargaba el VII de Caballería a toque de corneta.

Datos obtenidos del artículo de fecha 01/06/2016, diario ABC, Toledo-Castilla-La Mancha y original de D. Rafael del Cerro Malagón, a quien reconocemos su autoría y le profesamos nuestro máximo respeto

Colaborador: Davalet