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Otro cine reconvertido que ha evitado ser derruido. El Odeón estuvo instalado en una nave interior de la calle Canonge Antoni Sancho y tenía su entrada por el inmueble nº 15, en el típico barrio de Son Cladera, siendo construido e inaugurado en 1972, por lo que puede decirse que fue un cine crepuscular dedicado a programar películas en sesión continua al gusto de todos los públicos hasta que la crisis del vídeo doméstico y el cambio de costumbres le hizo cerrar a mediados de los años 80. Con el paso del tiempo se fue deteriorando y tal como se puede observar en la foto de portada su fachada era un reflejo del estado lamentable del inmueble. Se pueden ver sus dos entradas principales y las taquillas cerradas y con una espesa capa de polvo, que desdibujan sus contornos. Desde 2003 el local era propiedad del Ajuntament de Palma pero hasta 2009 los auténticos benefactores del espacio sólo eran las ratas y algunos celuloides abandonados en el momento de la permuta. La salida del ostracismo de esta sala emblemática de este barrio fue un hecho cuando dicho año dieron comienzo las obras de rehabilitación. `Cuando entramos a reformar y derribamos un forjado intermedio que otorgaba pendiente a la sala de proyección vimos que justo debajo estaba lleno de escombros`, explicaba la arquitecta municipal Pilar Riera. El prodigioso Plan E, que otorgó 1,6 millones de euros, la convirtieron en sala de audiciones y ensayos (370 m2) de la Banda Municipal de Palma integrada por medio centenar de músicos que hasta esa fecha carecía de un local apropiado. El anfiteatro del cine, cuyas cubiertas fueron también rehabilitadas, se vio convertido en otro lugar de ensayo adoptando la forma de un pequeño auditorio con aforo para 120 personas, en el que, además de practicar con los instrumentos, se utiliza también como sala de conciertos para escolares, para presentar discos o incluso para celebrar alguna actividad extraordinaria dirigida al barrio. El 18 de marzo de 2011 se estrenó el nuevo local con un gran concierto y todos contentos.

Imágenes y texto de Severiano Iglesias