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Sus orígenes como “Café Teatro” se remontan al verano de 1868, en un huerto vallado de cañizo con un rústico escenario de madera. Se situaba entre el camino de Ruzafa y calle Colón, en el casco antiguo de la ciudad. Más tarde fue modificado con maderas y cubierto todo él con una lona embreada. En 1879 el poblado de Ruzafa llevaba dos años anexionado a Valencia cuando el recinto ya era un salón cubierto por obra y gracia del arquitecto Luís Ferreres, siendo inaugurado la noche del 6 de septiembre. En 1898 el teatro ya presentaba grandes mejoras siendo el primero en tener luz eléctrica. Contaba con platea y dos pisos de anfiteatro, así como palcos laterales, en total 1400 localidades, aunque iría perdiendo aforo en sucesivas remodelaciones. Fue su propietario Rogelio V. Huertas pasando después a manos de Antonio Díaz, estando dedicado a la zarzuela y al sainete, contando con una legión extra de espectadores procedentes del vecino barrio del mismo nombre. En la segunda década del siglo XX las varietés estaban demasiado vistas, así que se introducían películas mudas en las sesiones durante los períodos menos propicios y de esta manera se contentaba también a los espectadores que preferían ver cine silente. En junio de 1915, cuando ya el cine norteamericano había inundado el mercado europeo, la empresa del popular Cine Moderno alcanzó un acuerdo con la empresa del Teatro Ruzafa para explotar la sala como cinematógrafo, fuera de la temporada oficial de teatro, con inclusión de ciertos espectáculos que resultaran de interés para los espectadores. Así se colocaba la pantalla tapando la boca del escenario y un proyector en la misma cabina donde estaban instalados los focos de luces, amenizando las sesiones un sexteto de buenos músicos. El Teatro Ruzafa modificó el contrato con el representante de la empresa Cine Moderno, Blas Cortés, para que éste fuese su gerente y estrenara en este salón las prestigiosas películas de las marcas que era distribuidor oficial para Valencia, Murcia y Castellón. Con este halagüeño panorama el 8 de enero de 1916, dio comienzo la temporada con la novedad de que el cine alternaba con las varietés. La faceta cinematográfica en el Ruzafa se prolongaría durante un lustro, en concreto hasta el 1 de octubre de 1919, cuando se proyectó la última película, “La Perla del Molino”, por Perla Blanca. En el periodo 1921-1926, la empresa del teatro, ya por su cuenta, volvió a retomar el cine aunque dando preferencia a las compañías de opereta, zarzuela y varietés de la mano del nuevo empresario, Rafael Culla. En 1931 se programó una nueva campaña de cine y varietés y llegado el verano del siguiente año todavía se seguía con cine carente de voz, el más poderoso transmisor de la emoción. El sonoro no llegó hasta el 3 de junio de 1933, y a pesar de que Valencia disfrutaba de este invento desde hacía más de tres años, pasaría a ser cabeza de cartel del teatro con títulos como; “La Araña”, “María Antonieta”, “Hay que casar al Príncipe”, con José Mojica y Miguel Ligero, “El judío errante”, “La tragedia de un torero (Joselito)”, etc. Con la llegada del nuevo empresario, Sr. Rambal, el local apostaría claramente por el teatro aunque, al parecer, durante los dos veranos siguientes proyectaría cine. Durante la guerra el local estuvo intervenido -como todos- siendo empresario Román Lis Micó, quien en 1937 propició la instalación de una gran marquesina que le daría prestancia a la pobre fachada. El Ruzafa, convertido en un local muy popular para los valencianos, se dedicó a programar compañías de revistas y género frívolo con bastante éxito, pasando por su escenario infinidad de artistas de la copla, humoristas, súper vedettes, etc. El teatro ya era centenario y estaba algo obsoleto, así que finalizada la función del primer día de agosto de 1971, bajó el telón para siempre. Fue su último empresario Rafael Culla. En noviembre de 1973, el inmueble fue pasto de la piqueta. Su lugar lo ocupa hoy unos grandes almacenes.

Colaborador: Severiano Iglesias Tortosa