Más imágenes

Hace más de un siglo, el 31 de diciembre de 1914, Emilio García García, con domicilio en calle de la Linterna, 8, presentó en el Ayuntamiento de Valencia proyecto de obras manuscrito para la construcción del Salón Imperio en la calle Felipe Valls, 6 (antes Calvario), del poblado de Benimàmet que entonces contaba con unos 2.500 habitantes y carecía de cine estable. El tipo de estructura que pretendía montar el solicitante era de carácter provisional; un pabellón de madera con refuerzos de hierro teniendo que estar aislado de los edificios colindantes para evitar la propagación del fuego. El Reglamento de Policía de Espectáculos de 19-10-1913, se había endurecido a raíz de la tragedia acaecida hacía tres años, en concreto el 27-05-1912 (42 días después del hundimiento del Titánic), en el Cine La Luz de Villarreal (Castellón) donde perecieron 69 personas en un incendio. Por otra parte el cobertizo debería de llevar un fuerte anclaje. El solar propuesto era uno cerrado que había dejado la casa de José Roig, expropiada por el Consistorio, actual espacio sin salida de la calle Ingeniero Dicenta. Finalmente el elegido para construir el pabellón fue un terreno propiedad de D. José Valiente situado «diez metros más hacia la calle contigua al primer emplazamiento en dirección a la plaza de la Estación». El día 16 de julio de 1915, Emilio García recibió su licencia de apertura del local aunque es posible que ya hubiera abierto antes. Y algunos datos significativos: en Valencia había una veintena de cines fijos funcionando y faltaban todavía cuatro meses para que el Teatro Olympia fuese inaugurado. El débil sector cinematográfico estaba en crisis y existía escasez de películas. Viendo el plano de Planta del local se cuentan 26 filas de asientos con 98 situados en la estrecha preferencia, situada en la parte posterior, y otros 198 de general, total aforo de 296, amplios pasillos y dos puertas anchas de salida a cada lado y hasta se plantaron jardines. Entre las dos entradas se situaba la taquilla y detrás la cabina que debía estar bien protegida para la máquina. Dada la precariedad económica del dueño del Imperio lo más seguro es que optara por alquilar alguna vieja gloria que vendría en el mismo lote con el proyeccionista. Y a metro y medio de la primera fila se instalaba la pantalla de lienzo que sería algo menos de una sábana. Cerca de ella se situaba “el explicador” que se dirigía al público a voz en grito para que se enterasen de lo que iban viendo. A efectos de comparación se aporta foto interior del Cinematógrafo Pascualini que fue muy famoso en la época y era del mismo estilo que el Salón Imperio, aunque puede que algo más grande. Tenemos constancia de que en este salón también se hacían representaciones artísticas. El Pabellón Imperio permaneció en el poblado al menos durante dos años. Y sentimos no poder contar más de este cine pionero de Benimàmet y es evidente que los abnegados yayos de este poblado se olvidaron de contar a sus nietos alguna «batallita» sobre el mismo porque su recuerdo, lo hemos podido constatar, permanece totalmente olvidado.

Colaborador: Severiano Iglesias Tortosa