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Nació en mayo de 1912 como una barraca de espectáculos y en 1928 se reinauguró, tras una reforma, como un edificio digno de acoger hasta las fiestas de Nochevieja más glamurosas de la isla y que proyectó películas difíciles de ver en otros cines de España.

El 26 de marzo de 1912, Juan Riera, maestro carpintero, comenzaba a levantar, con unos tablones, el cine Serra, que proyectó este domingo sus últimas películas. Ángel Serra, el entonces empresario del Teatro Pereira, ya en marcha, quería montar otro local junto al paseo Vara de Rey. El Serra nació como una barraca de espectáculos y el inicio de sus obras, de la mano del carpintero Juan Riera, fue todo un acontecimiento que Diario de Ibiza relataba con cierta sorna: «No le faltarán curiosos y hasta directores al amigo Riera cuando llegue la hora de montar el pabellón. Juzgamos que debería empezar a hacer acopio de paciencia».

La barraca de espectáculos abrió sus puertas el 25 de mayo de ese mismo año, dos días más tarde de lo que estaba previsto. Esa tarde se proyectaron algunas películas, pero la estrella de la noche no fueron las del celuloide sino el Señor Martí, ventrílocuo «muy aplaudido» y cuyos muñecos «excitaron frecuentemente la hilaridad de los concurrentes».

 

No fue hasta 1928 cuando aquella barraca „«hasta ahora no era un modelo precisamente de salones de espectáculos»„ se convirtió realmente en el Cine Serra, que abrió sus puertas el 23 de diciembre. Tres pisos y patio de butacas, 28 palcos plateas, 35 palcos principales, 400 butacas y capacidad para 500 personas en el gallinero. «Paredes ricamente tapizadas, techos espléndidos, con policromías alrededor, iluminación cenital...», describía la prensa. En aquellos años no sólo se proyectaban películas, también se celebraban espectáculos e incluso bailes. En muchas ocasiones el público iba a ciegas, sin saber qué se proyectaría, ya que era habitual que el vapor de Palma en el que venían las películas se demorara.

Rebelión con Barbarroja
Marià Serra, presidente del Institut d´Estudis Eivissencs, recuerda las tardes de domingo que, a finales de los años 40, siendo apenas un niño, pasaba en el cine. «Era mi cine», afirma. Por familiaridad con los Serra –«Serreta»– y porque algunos de sus allegados trabajaban allí. «Veíamos películas por entregas y también del Oeste, que eran las que más nos gustaban a los niños, que saltábamos como los vaqueros que iban a caballo. Entonces pensábamos que los indios eran los malos», detalla Serra, que recuerda casi como si fuera ayer las risas que esbozó al ver a Charlot o a Cantinflas en la pantalla. «En la Ibiza de pa amb oli de aquella época, teníamos esas pequeñas alegrías», indica.

Antes de ir al cine, los niños acudían al atrio de la iglesia de Sant Elm para asegurarse de que podían ver la película. La calificación iba del 1 al 4R. «Las 1 y 2 eran inocuas, las 3 eran peligrosas, las 4 peligrosísimas, y las 4R eran pecado mortal», detalla. «Si había algún beso, no teníamos nada que hacer», indica. Cuando la película era para todos los públicos, muchas veces aguardaban junto a la taquilla a la espera de que alguien que pagara palco no ocupara las seis butacas y les regalara la entrada.

Todo para no acabar con el cuello dolorido en las primeras filas, las «fileres de patà».

A veces la emoción estaba más en las butacas que en la pantalla. «Cuando había problemas técnicos o la película era muy mala, la gente se quejaba y gritaba ´doblers, doblers, doblers´ para exigir que le devolvieran el dinero. Aquí no se usaba esa palabra, pero imagino que tenía más fuerza», reflexiona. En otras ocasiones la Guardia Civil y la policía tenían que intervenir para sofocar las peleas, expulsar a los que se habían colado o pasar del gallinero a algún palco. «Había unos pinchos y te jugabas la vida, pero algunos lo hacían», afirma Serra, que señala que los soldados aprovechaban el mogollón para «arrimarse» a las chicas del barrio de sa Penya que bajaban al cine. El presidente del Institut recuerda especialmente la proyección de ´El pirata Barbarroja´, la película no iba y, además, «era malísima». «En el Pereyra hubo una rebelión, con sillas arrancadas y todo. En el Serra no fue tan contundente, al fin y al cabo, había un filtro en la entrada, con los porteros», justifica Serra, que lamenta el cambio que sufrió la fachada del edificio en la reforma de los años 60. «Siempre que pase por s´Alamera recordaré que ese era mi cine, aunque ya no lo reconozco, no entiendo la puñetera manía de borrar los recuerdos», apunta.

Escenario de primeros besos
«La fachada era preciosa. Tenía arriba dos estatuas y un escudo. Me llamaba mucho la atención que los días de fiesta la iluminaban con muchas bombillas», recuerda Joan Marí Tur Botja. Eso era a principios de los años 60, cuando bajó de su Sant Josep natal a Vila para estudiar. Pero el Cine Serra entró en su vida unos años antes, a finales de los 50. «El primer recuerdo que tengo de él es de cuando era pequeño y mi hermana mayor, Paca, se iba a la fiesta de Fin de Año que se organizaba allí. Iba con su novio, Bartomeu, y con sus amigas. Aquella era una ocasión especial y mi hermana se ponía una joya de mi madre, un aderezo. En aquella época sólo había tres en Ibiza. Se ponía guapa y se iba al baile al Cine Serra», explica Botja, que confiesa que no siempre hacía caso de las calificaciones de las películas del cura de Sant Josep, José Coques. «Era muy estricto», afirma. ´El último cuplé´, con Sara Montiel, fue una de esas veces en las que no sólo no siguió las indicaciones del cura, sino que incluso se coló para verla.

El exconseller de Cultura recuerda que cuando tenía dinero compraba entradas de palco o platea, «pero otras veces tenía que ir al gallinero». «No sólo iba al Serra a ver películas, también he asistido allí a algún mitin político y a otros actos culturales», añade Botja, que explica que el Cine Serra está también muy ligado a algunos recuerdos más personales: «Ese cine fue el lugar de los primeros escarceos amorosos, las primeras manitas o el primer beso furtivo. Ha sido parte de la vida de tantos ibicencos...». «Me duele mucho que lo cierren, pero los tiempos cambian y la televisión e Internet han hecho mucho daño a los cines», lamenta.

´Sanallons´ no
Merche Chapí, directora de teatro, llegó a Ibiza, primero a veranear y dos años después a vivir, en 1966, el mismo año en el que una reforma eliminó la fachada que tanto les gustaba a Marià Serra y Joan Botja.

«Me sorprendió que a las mujeres no nos dejaran entrar en el cine con tirantes o palabra de honor. Tenían unas rebequitas en la entrada para dejarte», recuerda Chapí, tan aficionada al cine que va dos o tres veces por semana. «Tampoco te dejaban entrar con sanalló, así que lo tenías que dejar fuera. Me hacía gracia, porque eso, en la Península, no te pasaba en los cines», apunta.

Pero eso no era lo único que le sorprendía del Cine Serra. Al principio de su estancia aquí estaba fascinada por la programación. «Era estupenda», afirma. Recuerda, por ejemplo, que pudo ver películas que era difícil encontrar en la Península. Es el caso de ´El extraño viaje´, de Fernán-Gómez, o ´Tres hermanas´, adaptación de John Sichel y Laurence Olivier de la obra de Chejov. «En esta última la gente se fue marchando y sólo quedamos tres personas», rememora. Chapí preguntó a los propietarios que cómo era posible que pusieran aquí esas películas. «Me contestaron que para poder proyectar películas americanas de estreno les obligaban a poner esas otras», explica. La directora de teatro señala que durante los meses de verano el cine cerraba «porque no tenía aire acondicionado», y durante esas semanas acudían a las proyecciones que se hacían en la desaparecida Plaza de Toros.

Entre los momentos que pasó en el Serra destaca uno: cuando vio «la maravillosa» ´Edipo rey´, de Pier Paolo Pasolini. «Era complicadísimo ver esa película en España, y aquí la proyectaron sin pestañear», rememora Chapí, que confiesa que no añora el «gran cine» que era en ese momento el Serra y que dejó de existir en 1997, cuando se reformó su interior para acoger dos salas, que al cabo de unos años se convirtieron en cinco, las cinco que esta tarde encenderán sus pantallas por última vez.

NOTA:

Datos obtenidos, y con todo nuestro agradecimiento, de la web: https://www.diariodeibiza.es/pitiuses-balears/2014/11/02/adios-siglo-cine/729410.html

 

Colaborador: Paco Moncho